Dios vio que él estaba cansado
y una cura no era posible.
Así, que lo arropo con sus brazos
y murmuro a su oído
"Ven Conmigo."
Con nuestros corazones llorosos
lo vimos ir despareciendo.
Y aunque lo amábamos demasiado,
fue imposible no dejarle ir.
Un corazón de oro dejo de latir,
unos manos trabajadores
a descansar.
Dios rompió nuestros
corazones para demostrarnos
que el solo se lleva lo mejor.
To send flowers
to the family, please visit our floral store.